miércoles, 19 de octubre de 2011

Escape al introíto de tu ser



La energía que convoca tu llegada,
me hace presa de las tentaciones de volverte a amar,
debo huir, esta noche, antes que cambie mi mente.

Dejo caer mi humedad sobre el pasto primaveral
y observo tus huellas implantadas en la grama,
acaricio la última silueta que obsequias,
deseando que el tacto débil de mis yemas alcance los dedos de tus pies.
Cuándo dejamos de sentirlo?

Quiero pensar que es sólo un sueño, acaso uno muy cruel,
llega hacia mí la melodía de tu piano encerrándome en su cárcel,
en ese último bastión de la dulzura,
del que soy prófugo y adicto.

Te esperaré en el olvido, reza una melodía en mi cabeza,
mientras sacudo de mi faz las últimas gotas de debilidad.
Mutaré en el fantasma de una turbia nevada,
o seré, eterno, la bestia que recorre tus pasillos en busca de tu ausencia.

Déjame entrar por última vez en tu vida y funde mi risa a tu mirada,

pues sólo sobre ella logro ser feliz;
no alejes de mí las hebras por las que recorría mis tardes de camino a mi posada.
Quiero sentir por vez última, el cálido abrigo de tus partes más sensibles y hundir mi rostro, genuflexo, entre los dobleces de tu piel.

Déjame ser la sombra que amortigua tus pisadas, la brisa que despeina tu cabello cuando buscas refrescarte, la calma que relaje tus respiros y soporte tus castigos.

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