Mientras agito la cabeza frente a este frío marco de datos,
se turban las mareas de mi pensamiento
y comienzo a elugubrar las más finas fantasías.
Te veo, entonces, cabalgando sobre nubes en mi espacio,
dejando el delicado rastro de tu cuerpo en todo mi cielo;
grito, con el sentimiento hervido, plenitud!
En ese instante desvaneces en el horizonte esquivo.
Temo el pasar de las horas y a la rutina en este oasis de sombras punteagudas,
entre tumbos, me arrastro entre las matas de vívoras que entorpecen mi camino.
Te pienso y nada llega,
te observo y nada veo,
quisiera saber si eres o sólo un espejismo se burló de mí en aquella noche en que morí.
Rastros frescos de tu flote liviano me guían en ficciones,
quisiera llamarte amor y en un último verso desfogar,
pero el despegue de este mundo no se deberá más a tus palabras,
conozco el encanto falaz de tu aliento quemando en mi espalda
y me hago presa del olvido a medida que cierro los ojos, y al fin, no te veo.
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