martes, 25 de octubre de 2011

La fuga de dos dioses

Llega la calma sobre un vaso de vodka,
el vapor que emana de tus labios ensaya un baile en la ventisca,
y caen, tristes, las colillas sobre la inflada madera.
Mis pupilas navegan las huellas de tus gestos,
en realidad es tu sonrisa la que me embriaga.

Dejamos atrás las puertas y
confundimos nuestras manos a la vez que sigues cantando una razón,
vas delicado, con de envidiable galope,
galgo de fina estirpe.

Me acompañas por los rincones de esta isla,
narrando con imágenes los secretos que esconden las montañas,
te miro desde abajo, deseando que alguna gota de tu néctar
resbale entre mis labios.

Por momentos, sin desearlo, me pierdo entre tus parajes,
escucho tus sonidos ambientando esta aventura,
quiero sorber la magia que despierta tu calor,
dormir en el monte que se erige cuando cierras los ojos agitado
y fundirme con tu aliento.

Las horas corrieron por esta habitación,
acallando los gritos del limbo de concreto,
la burbuja de etéreo vapor que nos cobija,
escapa por cada rendija y nos señala una nueva salida.

Invádeme

Desposeído de todo abrigo,
me aproximo a la grieta que proyecta otra dimensión,
por donde alguna vez atravesaste todas las barreras y llegaste al sitial de plenitud.
Ah! Sentir nuevamente el temblor de tus rodillas a mis lados.

No llores más,
el insomnio del dolor ha terminado,
no llamemos a la soledad,
el río que hoy innunda estos caminos
llevará consigo las reliquias del desdén,
sonríe amor, esa luz es directriz.

Renuncio a todo sueño individual,
tu nombre conjura mi razón y lleva, incandecente, el aroma de mi piel.

Esta noche será nuestra,
apaga las luces de la calle y tiéndete en mis sábanas,
quiero recorrerte silente,
redundando en tus más torridas tierras.

Despierta, esplín de atardecer,
ha llegado la hora de escribir un nuevo cuento,
de recaudar los colores del paisaje,
en una bóveda cardiaca
y correr por las rectas de la vida.
El coro de luciérnagas se dispersa entre las sombras.

Mira al cielo, deja que tu corazón apunte al infinito,
es el nimbo que nos da la bienvenida,
reconozco esa pureza
Son tus alas rezagadas que hoy se abren victoriosas,
guardián de mi pasión,
invade este humilde recipiente
con tu naturaleza superior.

viernes, 21 de octubre de 2011

El devenir de las eras

El llanto del viento va cesando,
aún llevo empañadas las ventanas de este corazón,
temo reconocer que me cuesta
presagiarnos una eternidad conjunta;
mas quiero aproximarme a las cortinas y derretir con mi aliento el frío manto de hielo,
tender un puente entre los dos
y correr con infantil inocencia a tu regazo.

Me ves recortándote en el cielo?
Soy yo quien juega con el firmamento armando tu nombre una y otra vez,
en este lienzo infinito,
combinaré mis letras con tu arte y daremos luz a una nueva identidad, viva y frenética.

Te tengo apuñalado en el alma,
imposible expulsarte de mi mirada,
infinito entre mis brazos, soportando el frío dolor,
esperando el momento preciso para penetrar
y no salir más de mí.

La vida nos regala un nuevo despertar,
es tu mano la que roza mis piernas entre sueños
y eleva mi ser al exterior,
soy un cometa y tú la estela que dejo en la orilla del mundo.

Imbuidos, indelebles, tus ojos en los míos,
sabrá el tiempo regalar su don sobre este matrimonio,
te siento omnipotente,
yo sólo el fiel devoto de tus deseos más humanos,
quiero ser la compañía que has de estar buscando,
el que acaricie tu pie cuando las rocas se afilen,
quien soporte tu cuerpo cuando te venza el cansancio,
en quien duermas tus sentidos cuando la oscuridad abra un umbral.

Eres tú, siempre tú, quien anuda los espejos
y bate mis alas en silencio,
quien recuerda mi nombre en las mañanas
y me dicta la conciencia,
a quien pertenezco, de donde provengo y a donde me dirijo,
quien sabe amarme cuando todas las voces se han callado
y rompe con su sol las fronteras.

jueves, 20 de octubre de 2011

Tu viejo gobierno




Al Océano llega, inconstante, la vida que se escapa de mi ser;
cual densa neblina invernal,
llega solitaria con paso voraz.
No temo a la inocencia del pasado,
sus encantos no penetran mis paredes.

Llevo vivas las escoriaciones
que recuerdan la ruta que tomaste por mi piel,
quisiera verte sumergido una vez más en las fauces de mi cuerpo,
consumiendo todo cuanto tus labios permitan.

Te conocí en un ambiente despistado,
en una sorda madrugada de verano,
allá por donde los jóvenes tiemblan sus valores y agrietan algo más la sociedad.
Te vi alejado de este universo, esperando que la vida se te estrelle en los ojos y yo, tan tonto, siempre tonto,
quise tomar tu mano y huir del eterno hastío en que me hallaba.

No pude encontrar en mi camino los viajes que nos juramos cada despertar;
con encontrar los bordes de tu cuerpo marcados en mi cama me bastaba para ser feliz.
Saberte ahora fuera de los confines de mi vista me destruye y me mezclo con las partículas del viento,
entregándome al curso variable del hemisferio en que te vi,
a fin de alcanzarte en un instante prófugo de este cruel abismo.

Las cuerdas vibran en mi oído,
agotadas, no soportan más un segundo de catarsis;
quiero esperar en esta eterna mesedora
que tu retorno retumbe sobre este reino acéfalo
y vuelvas a poblar todos mis campos,
como siempre debió ser, desde antes de existir, desde ante de sentir.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Escape al introíto de tu ser



La energía que convoca tu llegada,
me hace presa de las tentaciones de volverte a amar,
debo huir, esta noche, antes que cambie mi mente.

Dejo caer mi humedad sobre el pasto primaveral
y observo tus huellas implantadas en la grama,
acaricio la última silueta que obsequias,
deseando que el tacto débil de mis yemas alcance los dedos de tus pies.
Cuándo dejamos de sentirlo?

Quiero pensar que es sólo un sueño, acaso uno muy cruel,
llega hacia mí la melodía de tu piano encerrándome en su cárcel,
en ese último bastión de la dulzura,
del que soy prófugo y adicto.

Te esperaré en el olvido, reza una melodía en mi cabeza,
mientras sacudo de mi faz las últimas gotas de debilidad.
Mutaré en el fantasma de una turbia nevada,
o seré, eterno, la bestia que recorre tus pasillos en busca de tu ausencia.

Déjame entrar por última vez en tu vida y funde mi risa a tu mirada,

pues sólo sobre ella logro ser feliz;
no alejes de mí las hebras por las que recorría mis tardes de camino a mi posada.
Quiero sentir por vez última, el cálido abrigo de tus partes más sensibles y hundir mi rostro, genuflexo, entre los dobleces de tu piel.

Déjame ser la sombra que amortigua tus pisadas, la brisa que despeina tu cabello cuando buscas refrescarte, la calma que relaje tus respiros y soporte tus castigos.

Cansancio en el Edén de los descalzos



Qué sé yo del fin de esta historia,
Si mis letras yacen quebradas en algún margen vacío,
Cohibidas por la inminencia de la realidad.
Quise escribirte con traje blanco, germinando en un país tropical,
Surcando olas con mi imagen como norte,
pero los hechos fueron inmunes a mi narrativa gastada.

Te avizoro sonriente, lejano a toda creación mía,
Desentendido de todo cuanto por ti elugubré,
Efímero rehén de mis sentidos más elaborados
Hoy celebras la vida fuera de estas viejas hojas y castillos de viento.
La arena que hoy consumo será la tumba de mi joven poesía.
Sin ti, nada de mí florece;
Seco y marginal, el residuo abiótico de esta pasión trastocada en frustración.

Sube el volumen del entorno y me desarmo en este sólido soleado,
no pude imaginar mejor lugar para ofrendar un último descanso;
los pocos árboles mecen mi dolor entre sus ramas y, así,
te clamo inútilmente.

Divagando en bossa




Mientras agito la cabeza frente a este frío marco de datos,
se turban las mareas de mi pensamiento
y comienzo a elugubrar las más finas fantasías.
Te veo, entonces, cabalgando sobre nubes en mi espacio,
dejando el delicado rastro de tu cuerpo en todo mi cielo;
grito, con el sentimiento hervido, plenitud!
En ese instante desvaneces en el horizonte esquivo.

Temo el pasar de las horas y a la rutina en este oasis de sombras punteagudas,
entre tumbos, me arrastro entre las matas de vívoras que entorpecen mi camino.
Te pienso y nada llega,
te observo y nada veo,
quisiera saber si eres o sólo un espejismo se burló de mí en aquella noche en que morí.

Rastros frescos de tu flote liviano me guían en ficciones,
quisiera llamarte amor y en un último verso desfogar,
pero el despegue de este mundo no se deberá más a tus palabras,
conozco el encanto falaz de tu aliento quemando en mi espalda
y me hago presa del olvido a medida que cierro los ojos, y al fin, no te veo.

martes, 18 de octubre de 2011

Retratos



Hoy que veo tu sombra asomada en la esquina entre los bailes de aquella cortina ;
me siento a desvestir los retratos que en algunas veredas dejamos caer,
no conoceré ese futuro que alguna vez dibujaste sonriente.

Ahora que las caricias se sienten tan sinuosas en un incierto paisaje,
me confiezo enamorado de cada paso que en mi cuarto has dejado
y me veo, como siempre, rasgando el aire a la espera de captar con mis fosas algún aroma tuyo extraviado en mi cuerpo.

solía recorrer la vida envuelto en tus dedos, y en ese espacio imperante, sentirme invencible.
Quería verte un segundo más, extenderte mis brazos y desenvolverme en el eco de tu voz;
si alguna vez vuelvo a verte, me dice el sonido del viento, tendré que escapar para no congelarme y ponerme a temblar.

Quiero dejar caer, con un último aliento, el universo sobre tu cama
y llorar, a tus pies, siempre a tus pies,
delicados y delgados, que ataviaban mi rostro en nuestros momentos más lúdicos.

Y a aquellos retratos destazados sobre el largo camino que me toca emprender,
decirles adiós por última vez.