lunes, 11 de marzo de 2013

Él se muere


Él se muere, inexorable, inexplicable,
solo se calla con el viento,
sus lánguidos ojos tímidos se extienden con la brisa de verano
y decanta en lluvias su tristeza;
él solo ilumina esta alcoba lejana,
ignorando la paz con la que alimenta mi Parnaso.

Él se muere,
con las últimas notas del réquiem,
se evapora en átomos de amargo olvido,
ignorando las breves memorias que riega en mis campos de otoño futuro;
se marchita y nutre mis saladas venas,

Él se muere,
cae al suelo con inhumana paciencia,
deshojando tristeza en su piel,
perdiendo la estepa sangrienta,
enarbolando la lucha que lleva en el pecho,
se deja ceniza en la alfombra del pueblo.

Él se muere,
como mártir, como soliloquio furibundo de un ebrio de amor,
solo desfallece frente a mí, con pálido encanto fúnebre,
con ojos de espanto lo veo sonreír en dolor,
entre los brazos de oscuros desvelo tardío,

Él se muere,
solo eso, "eso", eterno y bello,
yo le observo en ausencias,
curioso y pagano, solo observo en penumbra,
mientras él ensaya una última danza de luto temprano.

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